Jesús dijo: «En el reino de Dios sucede lo mismo que le pasó a uno que sembró, en su terreno, muy buenas semillas de trigo. Mientras todos dormían, llegó su enemigo y, entre las semillas de trigo, sembró semillas de una mala hierba llamada cizaña, y después se fue.
»Cuando las semillas de trigo produjeron espigas, los trabajadores se dieron cuenta de que también había crecido cizaña. Entonces fueron a donde estaba el dueño del terreno, y le dijeron: “Señor, si usted sembró buenas semillas de trigo, ¿por qué también creció la cizaña?”
»El dueño les dijo: “Esto lo hizo mi enemigo”.
»Los trabajadores le preguntaron: “¿Quiere que vayamos a arrancar la mala hierba?”
»El dueño les dijo: “No, porque al arrancar la mala hierba pueden arrancar también el trigo. Mejor dejen que las dos plantas crezcan juntas. Lo mejor es dejarlos crecer juntos hasta la cosecha; entonces mandaré a los que han de recogerla que recojan primero la mala hierba y la aten en manojos, para quemarla, y que después guarden el trigo en mi granero..”»
Jesús dejó a la gente allí y se fue a la casa. Entonces sus discípulos fueron a decirle:
—Explícanos qué significa el ejemplo de la mala hierba en el terreno.
Jesús les dijo:
«El que siembra la buena semilla de trigo soy yo, el Hijo del hombre. El terreno es el mundo, y las buenas semillas de trigo son todos los que obedecen las leyes del reino de Dios. Las semillas de cizaña son los que obedecen al diablo, que fue quien las sembró en el mundo. El tiempo de la cosecha es el juicio final, y los trabajadores que recogen la cosecha son los ángeles.
Yo, el Hijo del hombre, enviaré a mis ángeles para que saquen de mi reino a todos los que hacen lo malo y obligan a otros a hacerlo. Pero los que obedecen a Dios brillarán en el reino del Padre como brilla el sol. ¡Ustedes, si en verdad tienen oídos, presten atención! (Mateo 13:24-30;36-41,43)
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