¿Disfrutas de los paseos primaverales por campos de flores silvestres, de los días estivales de ocio en la playa o junto a una piscina, de los colores intensos y los aromas profundos del otoño, de los vastos paraísos invernales y los deportes que en ellos se practican? Paisajes de montaña, pampas y grandes espacios abiertos, espesos bosques, misteriosos mundos submarinos… Dios es quien lo hizo todo posible, desde lo infinitesimal hasta lo infinito.
Con todo y con eso, la belleza y majestuosidad de la creación de Dios es frágil. Todos debemos aportar nuestro grano de arena para protegerla en consideración a las futuras generaciones.
Para este ejercicio, divide una página en cuatro partes, una para cada estación del año. Piensa en las características que más agradeces de cada temporada y apúntalas. La lista que elabores probablemente diferirá de las de otras personas y reflejará tu modo de ser y tus preferencias singulares. Eso de por sí evidencia la variedad que introdujo Dios en Su diseño del mundo.
Coloca la lista en un lugar donde la vayas a ver los próximos meses y dedica de cuando en cuando unos momentos a repasar todo lo que disfrutas y dar gracias a Dios por ello.
Gentileza de la revista Conéctate. Usado con permiso.