
En uno de sus famosos poemas, Elizabeth Barrett Browning plasmó una bella declaración de amor que comenzaba así:
¿Cuánto te amo? ¿De qué maneras? Te lo voy a contar:
Te amo con la profundidad, extensión y altura
que alcanza mi alma cuando se aventura…
Esas palabras son el tenue eco de otra expresión de amor, escrita por el apóstol Pablo. No se refiere al amor entre seres humanos, sino al amor de Dios por cada uno de Sus hijos:
Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:38,39
¿Así es el amor de Dios por ti? ¿A pesar de todas tus faltas y errores? ¡En efecto! Ninguno de nosotros da la talla, pero eso no merma el amor de Dios.
Tómate unos momentos para meditar en las siguientes aseveraciones acerca del amor que siente Dios por ti. No las analices; simplemente saborea las palabras y relájate recordando que el amor que Él te profesa es incondicional e infinito.
Con amor eterno te he amado. Jeremías 31:3
No te desampararé, ni te dejaré. Hebreos 13:5
Dios te ama como si fueras la única persona del mundo, y ama a todos tanto como a ti. San Agustín (354–430)
Ahora te toca a ti expresarle tu amor. Tal vez quieras escribirle una carta, un poema o una tarjeta. Dile lo que significa para ti. ¿Qué aportan a tu vida Su presencia, Sus dones y la promesa de salvación eterna? ¿Qué efecto produce en ti el saber que Él te ama incondicionalmente? Cuéntale lo que sientes, como hizo David de antaño una y otra vez en el libro de los Salmos. «Te alabaré, oh Señor, con todo mi corazón; contaré todas Tus maravillas» (Salmo 9:1)
Image designed by Upklyak via Freepik. Text courtesy of Activated magazine. Used by permission.