A todos nos hace bien que nos valoren. A continuación, un ejercicio para que practiques el arte de manifestar aprecio.
Selecciona a tres personas con las que te relacionas a diario y empéñate en manifestar gratitud o aprecio a cada una de ellas al menos una vez al día. Piensa en cualidades suyas que realmente admiras y son dignas de elogio, y expresa tu sentir mediante palabras o hechos. Al final del día tómate unos momentos para evaluar cómo te fue. ¿Cumpliste? ¿Cómo reaccionaron?
Repite el ejercicio todos los días durante una semana, con las mismas personas o con otras. Procura no escoger solamente amigos que te caen muy bien o con los que mantienes una estrecha relación. Hasta la gente más difícil tiene sus buenas cualidades.
Las muestras de aprecio no solo levantan la moral a la persona a quien van dirigidas, sino que mejoran también tu propia perspectiva de la realidad, toda vez que te ayudan a ver más positivamente a quienes te rodean. Parece que por naturaleza somos más propensos a ver lo malo que lo bueno. Por lo general son cosas relativamente insignificantes las que echan a perder nuestras relaciones, idiosincrasias que nos irritan. Al esforzarnos por buscar en los demás atributos dignos de elogio y concentrarnos en lo bueno, trascendemos la naturaleza humana y nos volvemos más positivos.
Las muestras de aprecio son contagiosas. Puede que no notes nada distinto de la noche a la mañana, pero con el tiempo siempre provocan cambios notables.
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