Una señora quedó atrapada en un edificio en llamas. Se hallaba en el piso 80. Le daban pánico las alturas y los espacios cerrados. Cuando sonó la alarma contra incendios, se negó a seguir a sus colegas por las escaleras para evacuar el lugar y ponerse a salvo.
Los bomberos registraron el edificio y la encontraron escondida debajo de su escritorio, resignada a morir. Cuando le insistieron para que bajara por la escalera, ella se puso a gritar:
—¡Tengo miedo! ¡Tengo miedo!
Finalmente uno de ellos le dijo:
—Está bien. Baje con miedo.
El bombero le repitió esa frase una y otra vez mientras bajaban los ochenta pisos para ponerse a salvo.
Todos nos enfrentamos a momentos en que sabemos lo que hay que hacer, pero el miedo nos impide avanzar. Para sobresalir, debemos cultivar la costumbre de actuar frente al temor. Está bien tener miedo; hazlo con miedo. Está bien sentirse inseguro; hazlo con inseguridad. Está bien sentirse incómodo; hazlo con incomodidad.
Al principio, un nuevo desafío puede resultarnos muy incómodo y hasta asustarnos. No obstante, si nos ponemos de forma deliberada en una situación de vulnerabilidad y hacemos eso que nos da miedo, se va volviendo más fácil y cada vez lo hacemos mejor. A la larga el miedo desaparece. ¡Eso es vencer nuestros temores!
Gentileza de la revista Conéctate. Usado con permiso. Imagen de Vexels.com