Juha cuenta cómo cierto día las dificultades ocasionadas por la muerte de su burro, una larga sequía y la subida de los precios en el mercado, hicieron que se propusiera dar gracias a Dios pasara lo que pasara. La prueba no tardó en llegar mientras labraba su jardín y una espina le atravesó el zapato. Mientras saltaba en un pie gritando de dolor, se acordó. Gracias, Dios mío, que fueron mis zapatos viejos los que se estropearon y no los nuevos.
Al continuar cavando en su jardín, se levantó una tormenta de arena que lo lanzó al suelo. Cuando cesó, pensó: Doy gracias a Dios que normalmente hay buen clima. ¡Rara vez hay tormentas de arena!
Antes de reanudar la faena en el jardín, puso a un costado un bolso que contenía las monedas que había ahorrado para comprarse un nuevo burro. Un ladrón que pasaba por allí le robó el bolso y, a pesar de perseguirlo tenazmente, Juha no lo pudo alcanzar. Jadeando fuertemente, se preguntó: ¿Y ahora por qué puedo estar agradecido? No halló respuesta, así que volvió a su trabajo en el jardín.
Al poco rato un marinero se le acercó y le dijo: Yo fui estudiante suyo hasta que me uní a la tripulación de un barco. Cuando estuvimos en grave peligro con olas inmensas que amenazaban con hundir nuestra nave, recordaba lo que usted nos enseñó acerca de dar gracias en toda situación. Lo hice y me siento sumamente agradecido de haber salvado mi vida. Ahora quiero darle un regalo como pequeña muestra de mi gratitud.
Al abrir el regalo, Juha descubrió que dentro había la cantidad exacta de dinero que le habían robado. ¡Pierdo dinero en una hora y lo recupero el mismo día! ¡Qué maravilla! ¡Dios es bueno!
Luego de labrar un poco más el jardín, Juho estaba muy cansado. Descansó a la sombra de un gran roble. Antes de caer dormido notó un campo de sandías y dijo en voz baja: Me pregunto cómo es que las grandes sandías crecen en matas tan pequeñas y a los grandes robles les brotan pequeñas bellotas. ¿No debería ser al revés? Grandes frutos, grandes árboles; pequeñas nueces, pequeñas matas… Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una bellota que le cayó en la cabeza. ¡Entonces comprendió! Te doy gracias, Dios, porque Tú eres mucho más sabio que yo. Si las sandías brotaran de grandes árboles, yo ahora estaría muerto si una de ellas cayera sobre mi cabeza.
Al final del día, tenía mucho por lo que estar agradecido.
Historia gentileza de Anchor.
Imágen 1: Designed by Freepik
Imágen 2: Designed by Vexels.com
Imágen 3: Public Domain