Contempla la inmensidad del cielo. Observa las estrellas que titilan por millones a distancias inconcebibles para la mente humana. Fíjate en la luna, nuestro vecino más cercano en el gran espacio sideral. Quédate así unos minutos. La vista es inmensa y merece tu atención.
Cuando levantas la mirada y contemplas las estrellas, la luna, la inmensidad del firmamento, ¿no te sientes ínfimo, insignificante? Por muy insignificante que te consideres, por desdeñable que te sientas ante la grandiosidad del mundo y de la Historia, Dios piensa en ti, se acuerda de ti. El mismo Dios que dio movimiento a Su gran obra universal tiene contados todos tus cabellos (Lucas 12:9). Conoce tus pensamientos y tus planes (Hebreos 4:12). Está al tanto de tus más íntimas angustias y de tus deseos (Salmo 38:9). No estás solo en el universo: Dios te conoce y te ama. (Juan 3:16)
Text adaptado de la revista Conéctate. Usado con permiso. Imágen adaptado de Microsoft Office Clipart.
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